viernes, 30 de noviembre de 2012

La esclavitud en Jerez



Breves notas sobre los esclavos bautizados en San Miguel entre 1550 y 1599
Manuel J. Izco Reina
En estas líneas presentamos de manera general algunos datos, resumidos, escuetos, pero creemos que ilustrativos, sobre algunas características de la cuantiosa comunidad esclava jerezana del Quinientos. Este artículo supone un breve resumen de un estudio de mayor amplitud que esta próxima primavera será publicado en la Revista de Historia de Jerez, en el cual se analiza la presencia se esclavos entre las partidas bautismales de la parroquia de San Miguel durante la segunda mitad del siglo XVI, en él se aúna el ineludible y necesario dato estadístico con el, creemos, interesante acercamiento a casos singulares, y donde de forma más detallada y pausada podrá el lector aproximarse a la realidad de este sector marginado de la antigua sociedad jerezana.
La población esclava en San Miguel. Número, sexo y edad
La comunidad esclava jerezana durante la segunda mitad del siglo XVI era sin lugar a dudas numerosa. En tan solo cincuenta años, entre 1550 y 1599 son bautizados en la parroquia de San Miguel un total de 747 esclavos y esclavas, es decir, una media de casi 15 anuales, aunque, como es lógico habrá periodos donde se supere esta media y otros donde su presencia sea meramente testimonial. Los esclavos bautizados en este medio siglo aparecen entre un total de 22.399 partidas bautismales, lo cual representa el 3,3% del total de bautizos en esta parroquia. Este porcentaje nos aproximaría al volumen que la comunidad esclava supone en el conjunto de la población que habitaba el barrio de San Miguel, sin duda una cifra considerable pues de esta forma uno de cada 30 jerezanos de esta collación, si no más, estaba sometido a cautiverio. Además, si obviamos a los esclavos adultos bautizados, podemos acercarnos a la natalidad de este grupo en el conjunto de esta parroquia, que sería de un 2,6%.
Si nos fijamos en la relación entre el sexo femenino y el masculino resulta que existe una clara proporción igualitaria, así, las féminas bautizadas suponen el 50,8%, mientras que los esclavos el 49,2%. En cuanto a la relación entre adultos y recién nacidos, el porcentaje mayoritario corresponde a los pequeños, un total de 625 (83,7%) por 122 adultos (16,3%).
Reproducción biológica de las esclavas
La mayor parte de la historiografía sobre el mundo esclavista suele afirmar que una de las razones por la cual se adquirían esclavas era por su capacidad de generar nuevos cautivos, sus hijos, los cuales incrementarían el patrimonio de su amo. No obstante también contamos con teorías que defienden justo lo opuesto, que las esclavas no son factorías de mano de obra y que la natalidad de las esclavas es bastante baja. A través de las partidas bautismales de la parroquia de San Miguel hemos podido analizar la fecundidad de las esclavas, y, en Jerez durante la segunda mitad del siglo XVI es común que una misma cautiva diera a luz a varios hijos a lo largo de su periodo fértil. Son cuantiosos los casos de esclavas con uno, dos o tres hijos, pero también contamos con madres que tienen hasta seis esclavitos, los cuales nos llevan a considerar que si bien los propietarios eran consciente de los peligros que suponían los partos, así como la inactividad de las esclavas durante un
tiempo, incluso los costes que supondría criar al recién nacido, estos dueños no eran muy contrarios a la procreación de sus cautivas, más bien al contrario.
Los padrinos. Vínculos de amistad dentro de la comunidad esclava
Es un hecho bien conocido como los esclavos y libertos, en especial los negros de origen africano, solían establecer fuertes vínculos entre ellos, llegando en ocasiones incluso a crear cofradías religiosas. Estos lazos de confraternidad, de afecto, entre individuos del grupo esclavo de Jerez se aprecia también en las partidas de bautismo. Al menos en 51 partidas del total de 747 de esclavos bautizados en San Miguel aparecen uno o más padrinos y madrinas sujetos también a servidumbre o de evidente pasado esclavo, la mayoría de ellos se definen como negros o morenos, en ocasiones libertos, ello supone que en uno de cada 15 bautizos de esclavos (es decir, en el 7%) intervienen miembros de esta comunidad, acompañando, siendo testigos y apadrinando al bautizado, en tales casos queda latente que entre ellos y los progenitores del pequeño existía, cuanto menos, cierto apego y amistad.
Procedencia de las personas esclavizadas
Dentro del numeroso grupo esclavo existente en Jerez de la Frontera durante el Quinientos había una clara diversidad en cuanto su origen; una palpable variedad étnica y cultural que hace difícil que contemplemos al grupo de personas esclavizadas como un conjunto homogéneo. Al margen de los pequeños nacidos en Jerez, hijos de madre esclava, veremos pasar por la pila de este templo a esclavos nativos del África negra (los llamados guineos), a berberiscos norteafricanos (generalmente capturados en acciones piráticas o defensivas) y a moriscos andaluces (cautivos tras el alzamiento de esta comunidad en los últimos días de diciembre del año 1568 en las regiones del antiguo reino nazarí, rebelión que durará hasta el año 1571).
Los dueños de esclavos
Las partidas bautismales de San Miguel nos permiten conocer la identidad de 431 personas que entre 1550 y 1599 poseen a uno o varios cautivos. De ellos conocemos con certeza la dedicación profesional del 18%, es decir, sabemos el oficio de 78 propietarios. La primera conclusión a la que podemos llegar tras observar sus actividades es la amplia gama de oficios y sectores económicos que abarcan, indicándonos que si bien la posesión de cautivos era, lógicamente, más frecuente en ciertos ámbitos sociales, en especial cargos públicos y profesiones liberales (alcaldes, veinticuatros, jurados, escribanos, procuradores…), así como entre eclesiásticos (sabemos de al menos una docena de clérigos que son poseedores de esclavos), no faltaban representares de otros grupos entre estos dueños, caso de algún militar, boticarios, mercaderes, tratantes de ganado, corredores de lonja, sastres, sombrereros, traperos, picheleros, esparteros, carreteros, toneleros, herradores, mesoneros o taberneros, mostrándonos como su disfrute se difundía entre un amplio conjunto de la sociedad jerezana.
La posesión de cautivos no era ni mucho menos un asunto privativo del género masculino, las mujeres tienen una significativa participación dentro de esta actividad, suponiendo el 16% del total de propietarios que conocemos, aunque también es cierto que un gran número de ellas, casi la mitad, son viudas, es decir, los esclavos que poseen les han
llegado normalmente por vía de herencia tras el fallecimiento de su marido, no por haberlos adquiridos ellas por propia iniciativa.
Otro aspecto que merecería señalarse es la participación que en esta posesión de cautivos tienen integrantes de las diferentes comunidades extranjeras que por aquellos años estaban asentadas en Jerez de la Frontera. Por la parroquia de San Miguel vemos transitar a un amplio elenco de foráneos, venidos de las más variadas regiones europeas: ingleses, franceses, borgoñones, genoveses, portugueses, holandeses, flamencos… y algunos de ellos bautizarán a sus esclavos en San Miguel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario