miércoles, 19 de septiembre de 2012


A MÁS BICICLETAS, MÁS SEGURIDAD José A. García Cebrián, Viceconsejero de Fomento y Vivienda
La pretensión del Ministerio
del Interior de reformar el
Reglamento General de
Circulación para obligar a
los ciclistas a usar casco en
vías urbanas parte de un
concepto de seguridad vial
distorsionado por la cultura
del culto al coche y difunde
un mensaje pedagógicamente
lamentable. Lancemos
una mirada amplia
sobre la cuestión. Con una
velocidad media de circulación
que apenas supera
los 10 kilómetros/hora, el
riesgo de accidente grave para un ciclista en una vía
urbana reside casi únicamente en su convivencia con los
automóviles. Y en caso de atropello, lamentablemente, el
casco no ofrece la suficiente protección, como
demuestran las penosas estadísticas de muertes de
ciclistas en carretera. Entonces, si de lo que se trata es
de proteger la seguridad del ciclista en la ciudad, ¿por
qué no se incide en el comportamiento de los
conductores de automóvil, auténtica variable de riesgo de
la ecuación? ¿Y por qué no habilitar más y mejores
espacios para que los ciclistas circulen seguros? Por ahí
deben ir las soluciones. ¿O en qué cabeza cabe que una
ley pretenda proteger al débil -y en este caso el ciclista es
el eslabón débil del ecosistema urbano- disuadiéndolo de
salir de casa y no combatiendo las amenazas que se
ciernen sobre él?
La anunciada modificación normativa refuerza un
discurso de culpabilización de la víctima que se muestra
tozudo ante los hechos. Tenemos el caso de Sevilla,
cuyos 120 kilómetros de vías ciclistas, con 24 millones
de desplazamientos anuales, han redundado en entornos
urbanos más seguros, limpios y saludables. La
obligatoriedad del casco, plenamente justificable en áreas
interurbanas, resultaría aparatosa e ineficaz en las
ciudades. En el caso de Sevilla, su repercusión sería
además muy negativa sobre el uso de la bici pública de
alquiler, con 6 millones de usuarios al año.
Lo que verdaderamente garantiza la seguridad y la
comodidad de la mayoría es una ciudad diseñada desde
la racionalidad económica, social y medioambiental, y no
concebida sólo a la medida del coche, del aparcamiento
subterráneo, del atasco... A más bicicletas, más
seguridad. Ese es el camino que recorre la Consejería de
Fomento y Vivienda, que tiene en agenda la creación de
redes ciclistas en todas las áreas metropolitanas y una
futura Ley de Movilidad Sostenible que pivote sobre
espacios confortables y seguros para ciclistas y peatones.
El camino contrario, el que anuncia el Ministerio del
Interior, nos lleva a poner en peligro los tímidos avances
cosechados en favor de la cultura de la bicicleta en
España, donde las asociaciones de ciclistas han puesto, y
con razón, el grito en el cielo.
Los países europeos con tradición ciclista no obligan al
uso del casco en vías urbanas, desaconsejado por la
Federación Europea de Ciclistas y la Asociación de
Médicos de Gran Bretaña, por citar dos entidades que se
han tomado la molestia de explorar a fondo la cuestión.
En realidad es un debate superado. Los experimentos de
obligatoriedad del casco en vías urbanas en países como
Australia o Nueva Zelanda han servido más para la
disuasión del uso de la bicicleta que para aumentar la
seguridad de los ciclistas.
Entonces, ¿a quién ha escuchado Interior antes de lanzar
este cambio normativo? No, desde luego, a quienes
plantean medidas que sí serían eficaces para la
protección de los usuarios de la bici: más vías ciclistas,
calles y zonas con la velocidad limitada a 30 kilómetros
por hora, penalización efectiva de la violación de la
distancia de seguridad... En resumen, medidas que
promueven un tráfico más calmado y prudente en vías
urbanas. Colocar un casco sobre la cabeza de cada
ciclista lanza exactamente el mensaje contrario: manga
ancha frente a la imprudencia. La anunciada medida es
matar moscas a cañonazos. Es absolutamente respetable
que un ciclista, en el uso de su libertad, utilice el casco
en vía urbana, pero es ineficaz imponérselo a todos.
Ineficaz y absurdo. Tan absurdo como sería, por ejemplo,
intentar proteger la seguridad en el automóvil obligando a
todos sus ocupantes a llevar casco al tiempo que se
permite velocidad ilimitada. El Ministerio del Interior
tiene aún la oportunidad de atender a razones. Puede
preguntar a los usuarios de la bicicleta en Sevilla, ciudad
que, al menos hasta ahora, ilustra el éxito de las políticas
en favor de las ciclistas.
Semana Europea de la Movilidad http://kyp.be/6qi

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